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    drawing of two people sitting down and talking

    Siguiendo las pistas del universo

    ¿Sherlock Holmes puede ayudarnos a encontrar el significado de la vida? Las historias de detectives nos dan indicios de cómo darle sentido a la vida.

    por Alister McGrath

    lunes, 23 de junio de 2025

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    ¿Cómo le damos sentido a nuestro universo y a nosotros mismos? Los seres humanos parecen inherentemente impulsados a buscar el significado de la vida, sintiendo que algo más profundo yace más allá de los horizontes de nuestra experiencia presente que hace que la vida valga la pena y sea plena. El antropólogo cultural Clifford Geertz sugiere que la humanidad “no puede vivir en un mundo que es incapaz de comprender”; somos “animales simbolizadores, conceptualizadores, buscadores de significado” que quieren “encontrarle sentido a la experiencia, además de darle alguna forma y orden”.

    Los seres humanos siempre estamos buscando significado. Sin embargo, este “significado” resulta difícil de alcanzar. No es algo que observamos, más bien, es algo que debemos descubrir ‘interpretando’ lo que observamos. El universo permanece en silencio con respecto a su propio significado, obligándonos, como sus observadores e intérpretes, a descubrir “alguna forma y orden”. P.D. James, quien creó al investigador y poeta Adam Dalgliesh de Scotland Yard, comentó célebremente que “la novela policiaca no se trata de asesinatos, sino de la restauración del orden”. El significado es algo que descubrimos siguiendo las pistas y descubriendo a dónde nos llevan.

    drawing of two people sitting down and talking

    Sidney Paget, “Holmes me dio un resumen de los eventos,” Ilustración para Estrella de plata, 1892. Imagen de Wikimedia Commons (dominio público).

    Dorothy L. Sayers, una prominente figura en la Edad de Oro de la Novela de Detectives, encontró una conexión explícita entre los detectives de ficción, la filosofía y la teología: al igual que los detectives, estamos rodeados por multitud de pistas y debemos encontrar el mejor marco para interpretarlas. El resultado es una nueva forma de ver las cosas, permitiéndonos percibir la interconexión de estas pistas. Por una parte, la novela policial apela a nuestra creencia subyacente en la racionalidad inherente del mundo que nos rodea; por otra, nuestra capacidad de descubrir los patrones subyacentes.

    Sayers sugiere que experimentamos una sensación de logro y satisfacción cuando resolvemos un misterio al descubrir el significado de las pistas. En un escrito semiautobiográfico, ella escribió sobre la “satisfacción de trenzar y entrelazar innumerables hilos para crear un patrón, un tapiz, una belleza creada”. Uno de los mejores y, ciertamente, uno de los más entretenidos ejemplos de este entrelazamiento son las novelas de detectives. No estuvimos allí para presenciar la muerte misteriosa de Sir Charles Baskerville. Sin embargo, a través de un cuidadoso análisis de las pistas, Sherlock Holmes desarrolló la explicación más probable de lo que realmente sucedió. Podemos ver más allá de las pistas y descubrir el hilo oculto que las conecta.

    Uno de los ejemplos más familiares de este proceso de creación de sentido se encuentra en las ciencias naturales. La observación cuidadosa de nuestro mundo nos lleva a la reflexión sobre, qué teoría —un término que indica una forma de “ver” o “contemplar”— se puede encontrar para conectar y coordinar estas pistas. En el lenguaje de la filosofía moderna de la ciencia, las teorías son marcos epistémicos que construimos para darles sentido a los fenómenos. La teoría de la gravitación de Isaac Newton fue vista como una maravilla de su época, demostrando que las órbitas de los planetas alrededor del sol y la caída de una manzana al suelo estaban interconectadas todas. No obstante, estas son explicaciones de cómo ‘funciona’ el mundo, no de qué ‘significa’.

    La novela policial apela a nuestra creencia subyacente en la racionalidad inherente del mundo que nos rodea; por otra, nuestra capacidad de descubrir los patrones subyacentes.

    Algunas personas argumentan que deberíamos limitarnos a las explicaciones científicas de nuestro mundo; sin embargo, esto es innecesario y empobrecedor. Necesitamos utilizar múltiples conjuntos de herramientas intelectuales para entender el mundo y el lugar que ocupamos en él. La ciencia es una de ellas; pero restringirnos a esta simple forma de comprender nuestro mundo nos empobrece. Nos limita a una visión parcial de una rica y compleja realidad. Ésta no puede revelar o acomodar las verdades existenciales profundas, tales como el propósito, el significado o los valores morales. De hecho, existen personas que consideran cualquier búsqueda de significado como una superstición obsoleta, desacreditada por la ciencia moderna.

    En el libro, The atheist’s guide to reality: Enjoying life without illusions (La guía del ateo a la realidad: disfrutando la vida sin ilusiones), el filósofo ateísta Alex Rosenberg sostiene que la Ciencia es “nuestra guía exclusiva a la realidad”, lo que nos proporciona afirmaciones confiables acerca del mundo y de nosotros mismos, tales como la creencia de que no hay “diferencia moral” entre lo correcto y lo incorrecto. Dados sus supuestos dogmáticos de trabajo, Rosenberg tiene el derecho a sacar esta conclusión. Si se confía únicamente en las ciencias naturales como su “exclusiva guía a la realidad”, usted no podrá responder a preguntas morales. Rosenberg está siendo consistente en este caso; sin embargo, muchos de nosotros sentimos profundamente que las preguntas morales son importantes.

    Rosenberg proporciona su propia explicación algo insatisfactoria para esta preocupación humana de hacer lo correcto. “¿Por qué yo debería ser moral? Porque lo hace sentir mejor que ser inmoral”. Afortunadamente, Rosenberg tiene una solución terapéutica para aquellos que podrían sentirse preocupados por su exclusión radical de la moralidad o el significado de sus mundos. Si esto hace que le sea imposible “levantarse en las mañanas”, entonces, tome un Prozac (por supuesto, otras soluciones farmacológicas están disponibles).

    Aquí es donde la creencia religiosa se vuelve relevante. Puede parecer extraño sugerir que una novela de detectives pudiera ayudarnos a darle sentido a la vida; pero en realidad nos ayuda a apreciar la importancia de seguir pistas y ver a dónde nos llevan. Al igual que la ciencia, la creencia religiosa trata de darle sentido a las pistas que observamos en nuestro mundo y que experimentamos dentro de nosotros. Para C.S. Lewis (un excelente representante de este enfoque), nuestro sentido de obligación moral y las experiencias de anhelo y deseo son “pistas para el significado del universo”. Al igual que sus contrapartes científicas, abren nuevas formas de pensar sobre nosotros mismos y nuestro mundo; no obstante, operan a un nivel diferente. Lewis interpreta el deseo humano como una pista de nuestra verdadera naturaleza y necesidades genuinas. La constatación de que nada en el mundo parece capaz de satisfacer nuestros más profundos anhelos es una pista entre muchas otras para el verdadero significado del mundo.

    drawing of three men discussing something on a bench

    Sidney Paget, “Los examinó nítidamente,” Ilustración para La aventura de la caja de cartón, 1893. Imagen de Wikimedia Commons (dominio público).

    Darnos cuenta de esto es como si se corriera una cortina por un momento, dándonos un tentador vistazo de un lejano y hermoso paisaje, dejándonos con un doloroso anhelo de adentrarnos en él. Contemplamos el esplendor del Cielo nocturno, preguntándonos si la serena belleza de las estrellas podría iluminar el misterio del destino humano. ¿Está nuestra verdadera patria allá afuera, más allá de este mundo? Apreciamos la belleza de un atardecer glorioso mientras nos preguntamos si el sentido de la belleza que éste evoca dentro de nosotros es un indicio de otro mundo, más maravilloso, que aún tenemos que descubrir.

    Para Lewis, la fe cristiana tiene una capacidad explicativa que le da sentido a nuestras observaciones y experiencias, mientras que también nos permite desarrollar valores morales y una comprensión del significado que se fundamenta en esta visión más profunda de la realidad. La ciencia nos ayuda a entender cómo funciona el mundo; mientras que la religión nos ayuda a entender lo que significa y aclara nuestro lugar en el “panorama general” que proporciona. Ofrece una lente a través de la cual podemos percibir nuestro mundo tal como es en realidad, ofreciendo un marco para interpretar su verdadero significado.

    No todo encaja perfectamente dentro de este panorama general. Como un paisaje justo al amanecer, hay manchas de niebla y sombra que persisten obstinadamente, oscureciendo nuestra visión. Como lo expresa Pablo, actualmente “vemos de manera indirecta y velada” (1 Cor 13:12), limitados por la debilidad y fragilidad humana; no obstante, vemos lo suficiente para seguir adelante. Asegurándonos de que en realidad hay “forma y orden” en la vida, incluso si lo discernimos solo en parte y de manera imperfecta. La naturaleza está repleta de pistas de nuestro verdadero destino y marcada con la presencia de Dios.

    En su notable libro Prisons we chose to live inside (Prsiones dentro de las cuales elegimos vivir), Doris Lessing critica lo que ella llama “simplificadores por excelencia” que nos confinan en relatos del mundo simplistas y superficiales. Estas personas simplemente ridiculizan a cualquiera que sugiera que las cosas podrían ser más ricas o complicadas de lo que están dispuestos a permitir. Ofrecen una comprensión superficial de nuestro mundo; una lectura superflua que ignora su complejidad y profundidad. Lessing afirma que innecesariamente caminamos hacia estas prisiones y cerramos la puerta. Pero existen otras formas mejores de entender nuestro mundo; ¡podemos dejar atrás estas cosmovisiones encarceladoras!

    La naturaleza está repleta de pistas de nuestro verdadero destino y marcada con la presencia de Dios.

    Esa es la razón por la cual necesitamos prestar atención a las pistas que encontramos en el mundo que nos rodea y a nuestras experiencias internas que retan estas simplificaciones reductivas. Son como lo nombró Peter L. Berger “señales de trascendencia”, indicando algo más profundo y rico que subyace más allá de nuestra visión presente. Necesitamos liberarnos de las restricciones impuestas por una visión disminuida y limitada de la comprensión de la existencia humana.

    Debemos contemplar la posibilidad de que nuestro sentido de un deseo insatisfecho no es una mera ilusión, la creación de una mente humana confusa. Este sentido de anhelo es una de las muchas pistas que nos llevan a nuestra verdadera identidad y significado, y un indicador de cómo podemos lograr la vida en su plenitud. Anselmo de Canterbury (1033-1109), uno de los grandes pensadores de la Edad Media, indica cómo estas señales pueden resolverse intelectualmente y cumplirse espiritualmente al darnos cuenta de que Dios es tanto la fuente como el objetivo de este profundo sentido de anhelo. Como escribe en una de sus oraciones: “Señor, dame lo que has hecho que desee; te alabo y agradezco por el deseo que has inspirado; perfecciona lo que has iniciado y concédeme lo que me has hecho anhelar”.


    Traducción de Clara Beltrán

    Contribuido por AlisterMcGrath Alister McGrath

    Alister McGrath fue profesor de teología en la Universidad de Oxford, y es autor de numerosas obras de gran éxito.

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