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CajaLas raíces del sufrimiento
Jesús es la única respuesta a todo pecado y necesidad.
por Johann Heinrich Arnold
lunes, 02 de julio de 2018
Si buscamos las raíces del sufrimiento, las encontraremos en el excesivo deseo de poseer y en el espíritu del materialismo: el afán por el dinero y las riquezas. Este espíritu es de Satanás, que es un asesino desde el principio, como dijo Jesús. Trae oscuridad y muerte. Muchos de los que le sirven tratan de esconderse detrás de ideales maravillosos. Pero a pesar de estos ideales los frutos de este espíritu son la injusticia y la muerte, y estas son las causas del sufrimiento de nuestro tiempo y de todas las épocas. Si examinamos honestamente al mundo sufriendo, veremos su estrecha relación con nuestra propia culpa y la culpa de todos los seres humanos de hoy, y también reconoceremos que, debido a que este sufrimiento es un todo, somos parte de él y debemos sufrir con todos los que sufren.
Es irreverente hablar de la necesidad del mundo sin ver el daño hecho a Dios por el pecado del mundo, que es también nuestro pecado.
¡Hay muchísimo dolor en la tierra! Si estamos llenos del amor de Dios, experimentaremos este dolor nosotros mismos; sentiremos algo de la necesidad de los niños, los ancianos, los enfermos mentales, los no deseados y los hambrientos. Pero si solo vemos el sufrimiento del mundo, nuestra visión es completamente parcial. Por el amor de Dios debemos reconocer y proclamar el hecho de que el sufrimiento es un fruto del gran pecado y la culpa del mundo, un fruto de la rebelión de la humanidad contra Dios.
Solo Dios sabe qué proporción de la necesidad del mundo es pecado y cuánto es sufrimiento. Se ha dicho que si uno pusiera el mal del mundo en un lado de la balanza y su sufrimiento en el otro, la balanza se equilibraría. No sé si esto es cierto, pero es muy claro que el pecado y el sufrimiento van de la mano. La guerra, por ejemplo, es un pecado, pero también implica un enorme sufrimiento. Dios ve tanto el pecado como el sufrimiento.
Creemos en el anhelo indescriptible de Dios por salvar a la humanidad, no solo de su necesidad, sino también de su pecado. Es irreverente hablar de la necesidad del mundo sin ver el daño hecho a Dios por el pecado del mundo, que es también nuestro pecado.
Si no fuera por el anhelo de Dios de buscar a los hombres a través de Jesús, no habría nada más en la tierra que la muerte espiritual y física. Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Él es la respuesta, la única respuesta a todo pecado y necesidad.
Cuando vemos a las iglesias del mundo como son hoy en día, donde el dinero tiene mucho poder y hay tan poca compasión por los pobres, debemos sentirnos desafiados para ofrecer mucho más ayuda. Sabemos que los primeros creyentes en la iglesia de Roma alimentaron a sus propios pobres y a los pobres de toda la ciudad.footnote Ellos vivían en el primer amor de Jesús, y ahí es donde nos quedamos cortos. El tiempo demanda que volvamos a este primer amor.
De una carta: Dices que los pobres no tienen deseo de Dios, que son completamente insensibles e indiferentes, que tú mismo has pasado tiempo en un albergue para desamparados y vagabundos, y que ellos solo querían llegar a la cima por sí mismos, oprimir a otros y demás. Incluso dices que no hay razón para tratar de ayudar a esas personas, que de todos modos no quieren nada más.
Creemos en el anhelo indescriptible de Dios por salvar a la humanidad, no solo de su necesidad, sino también de su pecado.
Querido hermano, ese no es el espíritu del amor de Jesús. Es cierto que muchas personas son internamente insensibles, pero esta apatía es una expresión de su necesidad. Es una señal —probablemente la peor señal— de la fuerza de Satanás, el enemigo de Jesús y el asesino desde el principio, que todavía gobierna sobre la gente. ¿No te das cuenta de lo mucho que afliges a Jesús cuando hablamos de la necesidad de nuestros semejantes de manera tan fría y arrogante?
¿Crees que Jesús tenía esa actitud? ¿Crees que habría muerto por nosotros si se hubiera sentido así? No podemos hablar así sobre los pobres y oprimidos, no, estamos llamados a amar a nuestros semejantes, y en especial aquellos que están tan mal que ya no pueden ver el camino a seguir.
En estos días de violenta conmoción en nuestro país, la extrema derecha es muy activa.footnote Al mismo tiempo, otros con grandes ideales que hablan de igualdad y justicia entre los hombres y las naciones también están muy activos. No podemos permanecer al margen. Si la gente va a la cárcel y da su vida por sus creencias, solo podemos tener el más profundo respeto y reverencia por ello. Pero también debemos anhelar y luchar por una justicia más profunda que una basada en los derechos humanos.
Existe una gran e interminable necesidad en la tierra, mucho más de lo que jamás podamos imaginar. Una parte es la necesidad económica, y algo de ella es necesidad social, pero de una manera más profunda está toda la necesidad interior provocada en las vidas de los seres humanos por los poderes oscuros de la injusticia, el asesinato y la infidelidad. Algunos de nosotros solíamos creer que a través de medidas políticas o sociales podrían darse cambios radicales en nuestra sociedad, cambios que respondieran a esta necesidad. Pero, como hemos visto una y otra vez, los líderes del mundo de hoy siempre quedan atrapados en sus propias mentiras y redes de deshonestidad; prevalece el vil dominio del dinero, y la impureza y la infidelidad existen dondequiera.
Sabemos que nuestras pocas comunidades no van a cambiar el mundo. Pero Cristo lo hará, y queremos entregarnos voluntariamente a él. Él demanda toda nuestra personalidad y nuestra vida entera. Él vino a salvar al mundo, y creemos que él, y no ningún líder humano, algún día gobernará la tierra. Por él vivimos y damos nuestro máximo esfuerzo, y por él estamos dispuestos a morir.
Extraído de Discipulado.
Notas
- Eberhard Arnold, ed. The Early Christians. Rifton, NY, Plough, 1997, pp. 14-15.
- Escrito el 13 de junio de 1964.