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    Ilustración estilizada de Jesús y los diez leprosos

    Agradecer los milagros cotidianos

    por Christoph Friedrich Blumhardt

    domingo, 22 de agosto de 2021
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    • Nelly VILLAMIZAr

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    Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, gritaron:
    —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
    Al verlos, les dijo:
    —Vayan a presentarse a los sacerdotes.
    Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
    Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano.
    —¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? Levántate y vete —le dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.

    Lucas 17:11-19

    Amigos míos, déjenme preguntarles. Si fueras uno de los diez leprosos, cómo te sentirías si Dios te dijera: «¡Sé limpio!», y luego quedaras limpio. ¿Qué pasaría si fueras liberado del pecado y la vergüenza y sintieras vida nueva dentro de ti? ¿Te alegrarías o estarías avergonzado? ¿Le negarías a Dios la oportunidad de decirte: «Queda sano de tu sufrimiento»? ¿Te rehusarías a permitirle hacerte un bien? Y ahora pregunto: ¿Qué si yo, o alguien más, te dijera semejante cosa? ¿Acaso responderías: «Eso es imposible, cómo puede alguien esperar esta clase de cosas»?

    La ayuda de Dios se recibe con mucho más frecuencia de lo que estamos dispuestos a admitir. Pero muchos de nosotros somos como los nueve leprosos, no somos como el samaritano que regresó a alabar a Dios. Vemos cosas, incluso señales milagrosas, pero no le damos la honra a Dios. Escuchamos cosas y aun así no caemos de rodillas. Somos demasiado autosuficientes para decir: «Señor, mi Dios y mi Salvador, solo tú puedes ayudarnos».

    Illustration of ten lepers by William Hole

    Lucas 17:11-19, Ilustración de William Hole (1846-1917). Wikimedia Commons

    ¿Te das cuenta de que Jesús puede en realidad estar justo en medio de nosotros y al mismo tiempo ser discretamente dejado al margen? Podemos experimentar algo en lo interior, incluso la sanación, y alegrarnos por ello, pero luego lo guardamos en nuestros bolsillos y ya no pensamos más en eso. Parece que hay algo humano en nosotros que siempre se imagina ser grande y sabio. Y luego la misma cosa que deseamos se nos resbala entre las manos. Dejamos caer aquello que tanto deseamos, por temor de alguna opinión o reacción humana. Podríamos aceptar al Salvador como el que nos ayuda, pero tememos mencionar su nombre y nos quedamos callados.

    Si no tenemos el valor de testificar lo que Jesús puede hacer, entonces podemos ir a la iglesia tanto como queramos y creer en todas las doctrinas correctas, pero seguiremos siendo obstáculos para la obra de Dios en la tierra. Podemos hablar del Salvador todo lo que queramos, pero ¿de qué sirve si no es honrado? Podemos ser sanados y aun así morir y perecer en nuestros pecados. Solamente cuando alabamos a Dios ante los hombres Dios entrará en nuestro mundo. Entonces, como en el caso del samaritano, se podrá decir que nuestra fe nos ha sanado.

    Contribuido por ChristophFriedrichBlumhardt2 Christoph Friedrich Blumhardt

    Christoph Friedrich Blumhardt (1842-1919), pastor y socialista religioso, nació en Möttlingen, Alemania. Su padre fue el pastor y ensayista Johann Christoph Blumhardt.

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