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    Pintura de Jesús sanando a un ciego

    Renovación día tras día

    por Christoph Friedrich Blumhardt

    lunes, 26 de abril de 2021
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    Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.

    2 Corintios 4:16

    Debemos alegrarnos cada vez que alguien se recupera, especialmente después de haber orado por él. Pero nuestra alegría no debe ser porque la persona se recuperó. Existen muchos que sufren enfermedades hasta el final de sus vidas, así que ¿por qué este no? Más bien, debemos alegrarnos porque vemos que el Salvador ha hecho algo por una persona particular, que el corazón de esta persona ha cambiado y está reavivada con un nuevo anhelo.

    Pintura de Jesús sanando a un ciego

    Cristo sanando al ciego, Francesco de Mura (s. XVIII), óleo sobre lienzo. Fuente: Wikimedia Commons

    Quiero decir a todos los que sufren. Sí, ora para que el Señor tome las cosas en sus manos, él quiere que tengas esperanza, pero no considera que la recuperación sea lo más importante. El Salvador mismo estuvo enfermo. Dijo: «Estuve enfermo y me visitaste». ¿Alguna vez pensaste en eso? ¿Alguna vez pensaste que debe haber gente enferma para que el Salvador pueda morar en ellos?

    A menudo me siento débil, miserable y enfermo, todo lo que puedo hacer es moverme a rastras. Por fuera siento que me estoy consumiendo. Sin embargo, sigo adelante. Una y otra vez recibo nuevas manifestaciones de la bondad de Dios, obras de Dios que me renuevan interiormente y me permiten continuar. Lo más importante es que Jesús está presente en nuestra enfermedad. Así que, amigos míos, velen por que Jesús tenga la libertad de obrar en ustedes. Su anhelo debe ser que Jesús obre algo en ustedes, y mucho más importante, que a través de ustedes alcance a otros.

    En todo el dolor y sufrimiento que pueda ocurrirte, incluso en medio de la muerte y la angustia que provoca, busca al Señor y a los deseos de su corazón.

    Cada vez que seamos atacados por la enfermedad, nuestra primera oración no debe ser: «¡Señor, sáname, quiero ser sanado!», sino «Señor Jesús, lleva a cabo lo que quieras conforme a tu voluntad. Aceptaré tranquilamente en fe lo que tú decidas, tal y como viene». Ora, para evitar que el mal tenga su victoria, para evitar que dominen las tinieblas. En todo el dolor y sufrimiento que pueda ocurrirte, incluso en medio de la muerte y la angustia que provoca, busca al Señor y a los deseos de su corazón. Ésta debe ser nuestra petición más profunda y apremiante.

    Si tomas esta actitud, experimentarás algo del reino de Dios. Sabrás como nunca antes lo has sabido de dónde proviene tu ayuda. Crecerás con tanta fuerza que serás capaz de vencer todo obstáculo. Los muros de Jericó caerán y las montañas serán removidas. Ya no te impresionará ningún poder terrenal, sea bueno o malo. Lo único que llenará tu corazón será lo que viene de lo alto.


    Artículo extraído de  El Dios que sana.

    Contribuido por ChristophFriedrichBlumhardt2 Christoph Friedrich Blumhardt

    Christoph Friedrich Blumhardt (1842-1919), pastor y socialista religioso, nació en Möttlingen, Alemania. Su padre fue el pastor y ensayista Johann Christoph Blumhardt.

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