Los anabautistas de la época de la Reforma practicaban el rebautismo de creyentes que habían sido bautizados de niños, en una época cuando este paso era un delito capital. Esta instrucción huterita para candidatos al bautismo los anima a “evaluar el costo”. El bautismo debe ser abrazado no por obligación sino como un acto libre de la voluntad, “con alegría y para el deleite de su alma”.

1. La iglesia de Cristo es la reunión de los creyentes y devotos, el pueblo de Dios que ha renunciado a la vida pecaminosa. Somos guiados dentro de esta asamblea por la verdadera sumisión. Es el arca espiritual de Noé en la cual podemos ser preservados.

2. No es una institución humana sino una obra de Dios. Así como María concibió a Cristo mediante la fe y el Espíritu Santo al disponer su voluntad en la voluntad de Dios cuando dijo: “Aquí tienes a la sierva del Señor... Que él haga conmigo como me has dicho”, así también nosotros debemos recibir y aceptar a Cristo con fe. Entonces él también comenzará y completará su obra en nosotros.

3. La iglesia tiene el poder y la autoridad para atar y desatar como Cristo ha mandado, para excluir al malo y aceptar al arrepentido, para que esto sea atado en el cielo conforme a las palabras de Cristo (Mt 16:19).

4. Cada uno debe primero evaluar cuidadosamente el costo de lo que tiene que renunciar. Pero no debe consultar con carne ni sangre. Porque aquellos que entran al servicio de Dios deben estar preparados para ser atacados y para morir por la verdad y el nombre de Cristo, si es la voluntad de Dios, ya sea por agua, fuego o espada. Porque ahora tenemos casa y refugio, pero no sabemos lo que depara el hoy o el mañana. Por tanto, nadie debe unirse por el beneficio de los días buenos. El que no está preparado para soportar lo malo y lo bueno con todos los creyentes, y para aceptar como bueno todo lo que el Señor nos dé y ordene, no debe comprometerse. No pondremos presión sobre nadie que no se una con su propia y libre voluntad. No deseamos convencer a nadie con palabras fáciles. No se trata de coacción externa o interna, pues lo que Dios quiere es servicio voluntario. Quien no pueda hacer esto con alegría y para el deleite de su alma, por tanto debe apartarse y permanecer en su condición anterior.

Dos palomas, Palacio de Beiteddine, Líbano.

5. Nadie debe tomar este paso por el bien o por causa de otro: la esposa por amor a su marido, o el marido por el bien de su esposa, o los hijos por causa de sus padres. Eso sería en vano y edificar sobre la arena, no puede perdurar. En cambio, cada uno debe edificar sobre la roca que es Cristo, únicamente para agradar solo a Dios; porque cada uno debe llevar su propia carga en el día del juicio.

6. Cada uno debe someterse y seguir la advertencia, amonestación y disciplina fraternal, y debe practicar lo mismo con los demás en la casa de Dios, de modo que nadie pueda convertirse en culpable de los pecados de otro.

7. Cada uno debe rendirse a sí mismo en obediencia a Dios y su iglesia, y no ser obstinado o hacer únicamente lo que quiere, sino permitir que sea asignado dondequiera que se considere necesario para el bien de la iglesia.

8. Ya nadie es dueño de nada, porque cada uno da y se entrega a sí mismo al Señor y su iglesia con todo lo que tiene y puede hacer, como fue en la primera iglesia apostólica, en la cual nadie consideraba suyas ninguna de sus posesiones, sino que todos tenían todas las cosas en común (Hch 4:32). Sostenemos que este es el camino más seguro y el fundamento más perfecto; estamos bien convencidos de esto en nuestros corazones.

9. A cada uno le decimos esto claramente y de antemano para que después no exista obligación de devolver nada a nadie: Si alguien entra en este camino y luego no puede continuar, y desea que se le devuelva lo que antes tenía, que se aparte ahora, conserve lo que es suyo y nos deje en paz. Nuestra preocupación no es adquirir dinero y bienes, sino ganar corazones temerosos de Dios.

10. Cualquiera que haya incurrido en malas acciones que sean sancionadas en el mundo, que tenga deudas, o que haya engañado a alguien, o si alguien se ha involucrado en asuntos de matrimonio, o está comprometido para casarse, primero debe arreglar todos esos asuntos. Porque si alguien oculta de nosotros cualquiera de estas cosas y se deja bautizar, y después nosotros nos enteramos, tendríamos que excluir a la persona como alguien que no llegó a la iglesia dignamente, sino con falsedad. Por lo tanto, que cada uno sea advertido.


“Qué es la iglesia de Cristo y cómo puede uno ser parte de ella: diez puntos” (c. 1528–1600). Aparece en el Taufbüchlein de Johannes Waldner (c. 1800). Traducción, desde el inglés, de Raúl Serradell.