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    Dios es grande: no somos los únicos

    por Óscar Romero

    lunes, 26 de agosto de 2019
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    Cuánta bondad, cuánta verdad, cuánto bien hay más allá de las fronteras cristianas. Respetemos esto, porque muchas veces nos creemos nosotros, por estar en la Iglesia, que somos lo mejor del mundo. Quién sabe. Quién sabe si aquí adentro de la Iglesia somos menos buenos, menos nobles, menos humanos que allá fuera donde están esperando con la preparación del Evangelio una nobleza verdaderamente digna de que les llegue el cristianismo. Y entonces llega a esa tierra ya esponjada, a esa tierra de que San Pablo nos ha dicho, todo lo bueno, todo lo noble, puro, amable, justo. Hermanos, todo eso no se desperdicia, todo eso es preparación del Evangelio y por eso no seamos fanáticos. El fanatismo entre los cristianos ha hecho mucho mal, es la soberbia del hijo mayor que señala al hijo pródigo: ese es malo, yo soy bueno (Lc 15:25-30). Y era más bueno el hijo pródigo que venía arrepentido a darle más amor de arrepentimiento a su padre, que no el engreído por su fidelidad falsa e hipócrita.

    –8 octubre 1978

    El día en que comprendamos este trabajo universal de la Iglesia, esta misión que Dios ha confiado a nuestro pueblo de llevar a todo el mundo el mensaje salvador, desaparecerían, por las exigencias universales, las divisiones. Les hacía un llamamiento a mis hermanos protestantes a luchar, no por sembrar más sectas, no por hacer más picadillo el cristianismo, sino por unir; que nosotros protestantes y católicos, por estar divididos, estamos dando un testimonio espantoso, como si Cristo estuviera partido, decía San Pablo (1 Co 1:13). Si no hay más que un Cristo, y tenemos la obligación de unificarnos en su mensaje, matando en nosotros egoísmos, modos personales de pensar, para presentar la única fe, en el único Cristo, formando el único rebaño que salvará al mundo entero. […]

    Caminamos hacia el mismo rumbo, el saber que somos tripulantes de la misma nave, el saber que es un mismo faro que está iluminado con su misma luz, para atraer la nave en medio de las borrascas del tiempo y de la vida.

    –6 noviembre 1977

    Ya no hay distinción entre judío ni gentil (Gál 3:28), ya no hay pueblo privilegiado y pueblo marginado, todos en el misterio de Cristo somos coherederos, es decir, la herencia de nuestro Padre Dios es para todos los que somos hermanos. Cristo el hermano mayor, el heredero de todas las promesas, nos hace hermanos suyos, coherederos. Es una palabra inventada por San Pablo. Ese «co» significa una igualdad como no se puede expresar de otra manera que dos hermanos iguales para heredar una misma herencia, coherederos de todo lo que Dios ha prometido.

    En Cristo todo hombre es llamado a esta riqueza del reino de Dios. Miembros del mismo cuerpo. Y San Pablo desarrolla a lo largo de toda su teología lo que significa esta igualdad en la que todos los hombres somos miembros de un solo cuerpo, que Dios no nos ha hecho para vivir dispersos ni para vivir separados; que unos de otros nos necesitamos; y que la cabeza nunca le puede decir a los pies: no te necesito, y que las manos no le pueden decir al corazón, tampoco el corazón a los demás miembros. Todos, cada uno en su propia función, es miembro de un cuerpo vivo (1 Co 12:12-26).

    –8 enero 1978

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    Contribuido por OscarRomero Óscar Romero

    Monseñor Óscar Arnulfo Romero, intrépido defensor de los pobres y desamparados, alcanzó renombre mundial durante sus tres años como arzobispo de San Salvador. Se murió por la bala de un asesino en 1980.

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