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    painting of mist in mountains

    ¿Dónde está Dios cuando dudamos?

    Las cartas del teólogo anglicano Edward Pusey brindan esperanza a las personas perseguidas por la duda.

    por Edward Bouverie Pusey

    jueves, 17 de julio de 2025

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    El regreso de pensamientos malvados no significa que no hayan sido dominados.

    Yo no suponía que el diablo dejaría de susurrarte sus “si” de una vez: cuanta más atención le prestes, más probable es que él continúe con ellos. Sirven a su malicia al atormentarte. Sugerir dudas sobre la fe en general —o sobre parte de ella— es uno de sus trucos conocidos. Pascal fue un ejemplo. El consejo de Pascal fue: “No les hagas caso, haz un acto de fe contrario”. Si Satanás descubre que no puede perturbar ni tu fe ni tu paz, te dejará, porque su orgullo le hace odiar ser desconcertado. Otro ejemplo es Job, quien soportó su malicia y bendijo a Dios cuando se esperaba que lo maldijera, entonces, Satanás se alejó. El diablo también se apartó de nuestro Señor por una temporada cuando fracasó, aunque esperaba prevalecer en otra ocasión.

    Es una tentación muy simple y frecuente. A muchos se les ha sugerido: “¿Y si todo es un sueño?” El objetivo nuestro es evitar que la duda se convierta en algo crónico, lo cual, si te dejas llevar, podría ocurrir. El camino, entonces, es actuar con tranquilidad.

    Satanás no puede entender la fe y el amor; solo capta el conocimiento de su propia perdición. Por eso Dios puede usarlo para promover sus fines, dándole la ocasión para que obtenga la victoria dentro de los suyos. Recuerden a Santa Catalina: “¿Dónde estabas, Señor, cuando yo tenía esos pensamientos?” Así también para Santa Catalina de Siena debió haber sido una perplejidad. Y fue su gracia favorita contra la que Satanás parloteó. Sin embargo, ella estaba perpleja y no podía entender que esos pensamientos no fueran suyos. Si ella estaba tan perpleja, mucho más puedes estarlo tú. Así que, a la pregunta “¿Dónde estás, Señor?”, toma la respuesta de nuestro Señor: “En tu corazón; si no, no odiarías esos pensamientos”.

    painting of mist in mountains

    Mikalojus Konstantinas Ciurlionis, Neblina, 1906.

    Pero cuanto menos pienses en ellos, mejor. Haz lo que puedas por Dios, a través de sus pobres. Él dice: “Bienaventurado el que considera al pobre y al necesitado. El Señor lo librará en los momentos de angustia”.

    Así, él te librará. Satanás solo puede ser un motivo para tu bien.

    El precio que tienes que pagar es aceptar la niebla de las dudas puestas en tu mente. Dios te ha colocado en esta batalla. Pero él te pide luchar. Él vence entre los suyos; por sus batallas, él mismo es coronado, quien a su vez corona a sus fieles. No debes analizarte como dices que haces. Cualquier tentación podría encontrar eco en tu corazón, si no fuera por la gracia de Dios. Hay un dicho que afirma que tenemos los gérmenes de todos los pecados capitales en nosotros. Dios ha sido muy misericordioso al permitir que Satanás te tentara de esta manera y no de otra, que hubiera sido más angustiosa. Pero él dice: “Resiste al diablo y huirá de ti”. El tiempo que dure la niebla no depende de ti, eso está en las manos de Dios. Mientras él permita que persista, debes creer que el sol está detrás de la bruma, aunque no lo veas y todo alrededor esté húmedo y pegajoso. No estás “reanudando tu oferta” cuando sigues luchando. Dios ya aceptó tu oferta al ponerte en la batalla. La niebla durará tanto como Dios quiera y, mientras perdure, tú tienes una batalla que librar. No pedir ayuda a Dios sería poco cristiano. El diablo te dice eso, que no pidas ayuda, pero no debes creerle.

    No te preocupes por tus sentimientos. La prueba será triste. La tristeza es parte de tu prueba. Si todo fuera brillante por dentro, la tentación no sería más que nubes de verano. Tú crees en Dios. Sería una mentira de Satanás decir que no. Me inquieta que abrazas tu tentación como si fuera parte de tu ofrenda, o como si no fuera tu tentación, sino tu inacción ante ella. Jesús, tu redentor, no es un sueño. Fue una blasfemia y una ingratitud pensarlo. El “si” es ceder al diablo. Lucha, como otros han luchado. Dios se encontró con Job, cara a cara, pero después de que, por la gracia de Dios, había vencido. Mientras tuvo que luchar, Dios le ayudó sin que él lo supiera y sin que lo viera.

    Haz todo como lo habrías hecho si Satanás no hubiera puesto los “si” en tu mente. Las dudas son suyas y la malicia de ellas se le atribuirá a él, no a ti.


    Traducción de Coretta Thomson de varios párrafos en: Edward Bouverie Pusey, Spiritual Letters of Edward Bouverie Pusey (Longmans, Green, and Co., 1898) 98–103, 331.

    Contribuido por EdwardPusey Edward Bouverie Pusey

    Edward Bouverie Pusey (1800–1882) fue un teólogo anglicano y un líder del movimiento Oxford.

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