My Account Sign Out
My Account
    Ver carrito

    Subtotal: $

    Caja
    pintura por Fernando Fader de unos arboles al lado de un rio

    He vencido al mundo

    por Christoph Friedrich Blumhardt

    miércoles, 11 de enero de 2023
    0 Comentarios
    0 Comentarios
    0 Comentarios
      Enviar

    En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.

    Juan 16:33b

    Nuestro deseo más fuerte y más natural es librarnos del sufrimiento y la enfermedad lo más rápido posible. A menudo nos encontramos orando: «Quítame esta aflicción. Danos días buenos, para que todo pueda volver a estar bien con nosotros». Pero Dios no puede darnos siempre días buenos. En este mundo tendremos aflicciones, pero más importante, Jesús debe tener personas que le ayuden a sobrellevar el sufrimiento del mundo, y que no se desalienten ante la angustia y el sufrimiento.

    El Salvador mismo nos muestra el camino, llevando su cruz por causa de Dios y de su gloria. Dios se glorifica cuando Jesús siendo inocente lleva los pecados del mundo —nuestros pecados—, y demuestra abiertamente en su propio cuerpo lo pobre y abandonados que todos hemos llegado a ser, y cuánto estamos a merced de la muerte y la destrucción. Por esa razón el Salvador no duda en clamar: «Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). Este debe convertirse en nuestro mayor infortunio: que este mundo rebelde sea también abandonado por Dios; pero, a diferencia de Jesús, siga su propio rumbo. El Salvador suspira a Dios por ello.

    ¿Acaso nos conmueve esto? ¿Quién de nosotros suspira por Dios? ¿Quién se duele por el daño que le hemos hecho y que continuamos haciéndole a Dios y a su causa? Sí, suspiramos y oramos, pero ¿no suspiramos y oramos principalmente solo por nosotros mismos y nuestras propias necesidades? Tenemos muy poco corazón para Dios. Pero eso es lo que debería dolernos. Nuestro anhelo debe ser honrar solamente a Dios, como el Salvador lo hizo, y hacerlo con nuestro sufrimiento. Solo será posible si estamos imbuidos con el sufrimiento y la muerte del Salvador, y solo si, como él, sentimos en nosotros el pecado y la necesidad del mundo.

    Cuando sufrimos por el mundo y nos ponemos en las manos de Dios, entonces podemos actuar verdaderamente en fe. Tal fe dará fruto, no para nosotros en primer lugar, sino para Dios y su reino. Entonces Dios puede hacer grandes milagros. Y después, cuando sea el momento, también veremos lo que hemos ganado.

    pintura por Fernando Fader de unos arboles al lado de un rio

    Fernando Fader, Atardecer otoñal.

    Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

    Mateo 6:33

    Con frecuencia la enfermedad me ha impulsado a buscar un silencio más profundo, buscar de nuevo el camino al que Dios quiere guiarme. La gente supone que después que me recupere, reanudaré otra vez mis actividades como de costumbre. Pero los tiempos y llamados cambian, y no agradamos a Dios al aferrarnos a los viejos hábitos. En lugar de eso, debemos prestar atención a las señales que nos muestran nuevos caminos.

    Ahora que estoy enfermo, necesito distanciarme un poco, tomar distancia de mi propia personalidad. Creo que el propio Salvador se manifestará aún más por sí mismo si tomo distancia. Lo veo como un paso adelante en mi relación con aquellos cercanos a mí. Lo que debe ser más importante es el reino y la autoridad de Dios.

    Por mi parte, ahora ya no siento la necesidad de interceder de alguna manera especial por la salud de otros. Todavía voy a orar, pero lo más importante por lo que quiero orar es que irrumpa algo del reino de Dios. Nuestra comunión no se basa en si Dios nos sana o no físicamente. No, estamos unidos porque nos regocijamos en el Salvador y en la manifestación de su reino. Por esto vivimos, y por esto estamos dispuestos a renunciar a todo. Cualquiera que busca primero y primordialmente el reino de Dios recibirá todo lo que realmente necesita.

    Cuando intercedemos por los demás, debemos mantener nuestra vista en el reino de Dios, con plena alegría y confianza, pensando no en nosotros mismos sino en los intereses de Jesucristo. Tenemos que dejar de venir ante Dios buscando ayuda para nuestras necesidades meramente materiales. De nuevo, nuestra comunión es mucho más importante a los ojos de Dios, y mucho más valiosa que todo lo que podríamos esperar conseguir por medio de la intercesión (1 Juan 1:1-4). La sanación es una cosa, pero lo que el Salvador quiere es gobernar con más libertad entre nosotros.

    Por tanto, temblemos ante lo que Dios quiere hacer. Necesitamos prepararnos para cualquier cosa, en especial si Dios decide tomar algo de nosotros. A menudo Dios toma una senda que es diferente de lo que pensamos o esperamos. Seamos callados, especialmente en tiempos de enfermedad, entonces obtendremos algo que viene directamente de Dios y que sirve a su reino.


    Extraído de El Dios que sana.

    Contribuido por ChristophFriedrichBlumhardt2 Christoph Friedrich Blumhardt

    Christoph Friedrich Blumhardt (1842-1919), pastor y socialista religioso, nació en Möttlingen, Alemania. Su padre fue el pastor y ensayista Johann Christoph Blumhardt.

    Aprender más
    0 Comentarios