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    Jesús quiere sanar

    por Johann Christoph Blumhardt

    lunes, 08 de julio de 2019
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    Cuando Jesús bajó de la ladera de la montaña, lo siguieron grandes multitudes. Un hombre que tenía lepra se le acercó y se arrodilló delante de él.

    – Señor, si quieres, puedes limpiarme – le dijo.

    Jesús extendió la mano y tocó al hombre.

    – Sí quiero – le dijo –. ¡Queda limpio!

    Y al instante quedó sano de la lepra.

    Mateo 8:1-3

    Un leproso viene ante Jesús con gran confianza en que puede ayudarlo, aunque la lepra era, en aquel tiempo, la enfermedad más incurable del mundo. Esto realmente implicaba hacer algo, demandaba mucho. Toda la sabiduría humana queda por debajo de la sencillez de un hombre tan desdichado. Este pobre hombre, atormentado y terriblemente desfigurado, conocía la grandeza y el poder de Dios. Cualquiera que piensa de Dios de esta manera se ha acercado bastante a él. Deberíamos estar llenos de una santa reverencia al ver a uno de los más desdichados entre los hombres presentarse ante su Dios con semejante confianza.

    «Puedes hacerlo, si estás dispuesto», dijo este hombre. No es posible que Cristo carezca de poder, pensaba el hombre. No podía carecer de poder ya que venía de Dios. Ahora todo dependía de si él quería usarlo. «Si quieres», significa «Si tienes piedad, si tienes un corazón compasivo, y deberías tener compasión. Tú puedes hacerlo, si tú quieres. ¿Qué más se necesita para que me ayudes?». Una manera de pensar tan noble no puede quedar en la nada.

    Debemos creer que el Señor puede hacer cualquier cosa si así lo quiere.

    «Sí quiero», dijo el Señor. «¡Queda limpio!» Ahora vean, ¿dónde se ha ido la lepra? Ya no está ahí, ha desaparecido. Cuando un hombre como este leproso tiene un corazón tan sencillo, Dios interviene. Quiere revelarse a sí mismo para que todos puedan confiar en su grandeza y poder.

    Debemos creer que el Señor puede hacer cualquier cosa si así lo quiere. Pero en el jardín de Getsemaní, el Señor oró: «no se cumpla mi voluntad, sino la tuya». Aunque Jesús sabía que tenía que beber la copa de sufrimiento, sin embargo oró para ser librado. Y entonces el ángel lo fortaleció. De igual manera, si oramos fervientemente, puede ser que un ángel nos fortalezca en silencio para que soportemos todo lo que tengamos que enfrentar. Y, como sucede con frecuencia, el Señor puede incluso proveer más de lo que necesitamos, más allá de nuestras expectativas.

    Si oramos sin cesar, con una fe sencilla como la de un niño, y si es la voluntad de Dios, el Señor nos permitirá ver su gloria revelada en obras y milagros. «Si quieres, puedes hacerlo» es la oración de todos los que le temen. Y, en su gran sabiduría, el Señor les dirá: «Sí quiero, estoy dispuesto».


    Este artículo proviene del libro El Dios que sana.
    Imagen: Cristo sana a un leproso, mural bizantino de la catedral de Monreale, Sicilia siglo XI-XII. Fuente: Wikimedia Commons

    Christ Heals The Leper, a Byzantine mural in the Cathedral of Monreale, Sicily
    Contribuido por JohannChristophBlumhardt Johann Christoph Blumhardt

    El Blumhardt mayor, Johann Christoph (1805-80), estudió para el ministerio reformado y, después de un breve plazo como ejecutivo de una sociedad misionera, se hizo pastor en Möttlingen, pueblo casi desconocido en el sur de Alemania. Él continuó su ministerio hasta su muerte en 1880.

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