La doctora Alice von Hildebrand fue filósofa y teóloga católica. Fue esposa del filósofo alemán y activista antinazi Dietrich von Hildebrand. Enseñó filosofía en Hunter College durante treinta y siete años, hasta su jubilación en 1984, y es autora de varios libros. Nació en Bélgica y llegó a los Estados Unidos en 1940, donde murió en enero de 2022. Este artículo es un extracto traducido de una entrevista realizada en 2011.

La gente solía creer que el matrimonio y el sexo eran sagrados. Para los católicos el matrimonio es un sacramento, un medio de gracia, un compromiso solemne ante Dios que une a dos personas de por vida. El matrimonio es tan sagrado que significa fidelidad, completa fidelidad, y si Dios les da niños a través de la unión sexual, ellos deben ser criados en el vínculo del amor mutuo. Este vínculo entre padre, madre e hijo es incondicional.

Sin embargo, actualmente el matrimonio es como un contrato, "vamos a probar, si funciona bien; pero, si no funciona, podemos terminar". Si se deja fuera a Dios, ¿qué clase de testimonio sagrado se puede dar a favor del matrimonio? Si llega algo o alguien mejor, ¿qué se puede decir? Una vez que olvidamos a Dios, todo lo santo es profanado y todo fracasa.

“Sagrado” quiere decir que hay cosas que deben permanecer cubiertas. Nos cubrimos por dos razones: porque algo es desagradable o por ser hermoso. Esto es una paradoja. Si yo fuera a hacer algo muy malo, cuidadosamente observaré que nadie me vea. Si me atrapan, hay dos posibilidades: sonrojarme o no. Recordemos lo que dice en Jeremías 8:12: "¿Acaso se avergüenzan de los hechos repugnantes que cometen? ¡No les causa la más mínima vergüenza! ¡No saben lo que es tener vergüenza!". Ellos no se avergüenzan cuando se les pide vergüenza. ¡Esto es terrible!

Hay vergüenza con lo que nos desagrada y hay un tipo de vergüenza que nos conduce a Dios. Ten en cuenta el Evangelio cuando haces oración, Jesús nos pide cerrar la puerta para orar al Padre, ¿por qué? Porque la oración es un secreto, algo personal con Dios. En realidad, el ámbito de nuestra intimidad nos debe llevar a Dios, por eso el matrimonio es sagrado. Solo en el matrimonio se levanta el velo de la intimidad sexual.

Hay algo más que es sagrado: el hombre y la mujer. Dios creó al hombre y a la mujer, masculino y femenino; pero el gran error de nuestra sociedad es el de reducir al hombre y a la mujer a un nivel biológico, y así, quitarle el velo a lo que Dios creó. Esto es un error catastrófico, te diré por qué. En el plano religioso, espiritual, intelectual, afectivo, social y humano, los hombres y mujeres son diferentes. Y porque somos diferentes, nos complementamos entre sí. ¡Si tan solo redescubriéramos esto!

Ya sea dentro o fuera del matrimonio, la relación entre hombre y mujer es sagrada. La hermosa relación entre San Francisco y Santa Clara, Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, Alfonso y Celeste, la unidad es siempre la misma. Cada género tiene algo que dar y aprender uno del otro. Limitar a una persona a un nivel biológico es descuidar algo sumamente especial.

La vida como hombre o como mujer puede ser muy hermosa y enriquecedora. Es maravilloso tener amigos del sexo opuesto y ver las cosas desde un punto de vista diferente y complementarse uno al otro. Y dentro del vínculo del matrimonio, esa complementariedad puede llegar a la plenitud de su expresión. Recordando siempre, que el nivel sexual es limitado y está destinado a ser compartido entre un hombre y una mujer en sagrado matrimonio.

A la gente ya no le interesa lo sagrado; vale más todo aquello que produce placer. Reprimiendo sus almas sin poder ver los misterios de la vida. Las águilas tienen mucho mejor vista que nosotros los humanos, pero no perciben la belleza. Los perros tienen una percepción auditiva mucho más aguda que nosotros, pero no se pueden conmover hasta el llanto por la música de los grandes maestros como Bach, Mozart y Beethoven. Unos perciben movimientos y otros los sonidos. Pero ninguno de ellos puede percibir lo que es sagrado en la vida.

Porque tenemos un alma que nos anima, Dios nos ha creado para percibir mucho más de lo que nuestros sentidos físicos pueden sentir. Debemos ver el mundo como Dios lo hace, así veremos que un mundo nuevo se abre para nosotros, mostrándonos un mundo real, para el que estamos hechos.

La belleza de ser un hombre o una mujer, el misterio y lo sagrado de una verdadera unión donde se puede crear nueva vida, lo sagrado del matrimonio en sí mismo, todo está siendo pisoteado porque nos negamos a ver las cosas desde la perspectiva de Dios. Cristo le dijo a la mujer samaritana: "Si conocieras el don de Dios, si lo supieras, Dios te hubiera dado agua viva" (Jn. 4:10). Vamos a hacer oración una y otra vez para que todos podamos redescubrir el secreto sagrado de vivir.


Este artículo se publicó por primera vez en 2012. Traducción de Coretta Thomson.