My Account Sign Out
My Account
    Ver carrito

    Subtotal: $

    Caja
    St Stephens Cathedral in Vienna

    Breve reflexión sobre el Padrenuestro

    por Balthasar Hubmaier

    jueves, 09 de octubre de 2025

    Otros idiomas: English

    0 Comentarios
    0 Comentarios
    0 Comentarios
      Enviar

    No existen los datos para poner fecha a la redacción de este breve texto devocional. Su contenido hace suponer que pudo haber sido escrito durante el encarcelamiento de Hubmaier en Zúrich. Se imprimió a finales de 1526, poco después de su llegada a Nikolsburg.

    Padre nuestro. Oh Padre misericordioso, no soy digno de ser llamado hijo tuyo, ni de llamarte Padre mío. No he cumplido tu voluntad paterna, sino la voluntad del padre de los mentirosos. Perdóname, Padre misericordioso y hazme tu hijo en la fe.

    Tú que estás en los cielos. Oh Padre misericordioso, mira cómo estamos aquí en este miserable valle de sufrimiento. Los hijos nunca florecen más que cuando están con su amado Padre, que los alimenta, les da de beber, los viste, los protege y los cobija según sus necesidades. Oh Padre misericordioso, acógenos como a tus miserables hijos junto a ti en los cielos.

    Santificado sea tu nombre. Oh Padre misericordioso, confesamos que muchas veces y con frecuencia hemos deshonrado tu santo nombre con nuestro decir y hacer. Y que hemos convertido los sufrimientos de Cristo —que deberían haber sido para nosotros una medicación que nos prepare para la vida eterna— en una maldición eterna por jurar, decir palabrotas y regañar. Perdónanos, Padre, y danos de ahora en adelante la gracia para que no pronunciemos tu nombre en vano, para que dejemos de lado toda blasfemia y juramento, a fin de que tu santo nombre sea exaltado, magnificado y alabado eternamente.

    Venga a nosotros tu reino. Oh Padre bondadoso, una vez más nos confesamos cautivos del reino del pecado, del demonio, del infierno y de la muerte eterna; pero, Padre, gritamos y te invocamos como a nuestro amadísimo Padre, para que vengas pronto a nosotros con tu reino de gracia, paz, alegría y bienaventuranza eterna. Llega a nosotros y ayúdanos, oh Padre misericordioso; sin ti somos completamente miserables, atribulados y abandonados.

    Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Oh Padre amoroso, confesamos públicamente que tu voluntad paterna no se cumple en nosotros, humanos mundanos, pues nuestra voluntad está plena y completamente en contradicción con tu divina voluntad. Te rogamos que nos envíes tu Espíritu Santo, para que obre en nosotros una fe auténtica, una esperanza constante y un amor ferviente, a fin de que nuestra voluntad se someta por completo a tu voluntad paterna.

    St Stephens Cathedral in Vienna

    La catedral de San Esteban en Viena, donde Balthazar Hubmaier fue quemado en la hoguera el 10 de marzo de 1528. (Dominio público)

    Danos hoy nuestro pan de cada día. Oh Padre tierno, porque no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de tu santa boca, así te rogamos humildemente que nos alimentes con tu santa Palabra, la que desciende del cielo, porque quien se alimenta de ella nunca más tendrá hambre.

    Dale vida en nuestra alma, para que florezca, crezca y dé fruto para la vida eterna. Danos también obreros cristianos y laboriosos, para que nos repartan la misma vida pura, clara e inmaculada y la distribuyan fielmente, para que se cumpla tu voluntad paternal, la cual solo puede conocerse por tu Palabra.

    Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Oh Padre bondadoso, de nuevo nos confesamos culpables: hemos pecado tanto con palabras, obras y malos pensamientos, que ni siquiera sabemos el número, la medida ni el tamaño de nuestros pecados. Oh Padre, perdónanos y a partir de ahora, danos fuerza para mejorar nuestra vida— como nosotros perdonamos a todos los que alguna vez nos han hecho daño. Padre, perdónalos; no saben lo que hacen. Ilumina a todos los que están en el error con respecto a tu santa Palabra, a quienes persiguen y proscriben, para que lleguen al verdadero camino que conduce a la vida eterna.

    No nos dejes caer en la tentación. Oh Padre celestial contempla la gran ansiedad, desolación, miseria, persecución y tribulación que se nos inflige aquí en la tierra. Considera también nuestra debilidad humana. Por eso, oh Padre amoroso, te rogamos por tu amor paterno que no nos abandones en nuestro dolor y sufrimiento, y que no seamos vencidos, ni nos alejemos de tu santa Palabra. No permitas que se nos someta a pruebas más duras de lo que podemos soportar. Somos débiles e impotentes, y nuestros enemigos son fuertes, poderosos y crueles. Tú lo sabes, Padre misericordioso.

    Pero líbranos del mal. Líbranos del pecado, del demonio, de nuestro propio cuerpo —que es nuestro mayor enemigo— y, también, de todo lo que obstaculiza nuestro acceso a ti. Asimismo, concédenos todo lo que nos lleve hacia ti, pues tuyas son la autoridad, el poder y la gloria en la eternidad.

    Oh Padre eterno, así como te hemos orado, cúmplenos según tu paternal beneplácito. Te lo suplicamos por tu infinita misericordia y por tu bondadosa promesa, la que nos has repetido siempre por medio de Moisés, los profetas y los apóstoles. Especialmente te rogamos así y clamamos a ti, por medio de tu amadísimo hijo, nuestro Señor Jesucristo, que nos ha prometido con seguridad —y lo ha certificado con su amarga muerte— que todo lo que te pidamos en su nombre, nos lo concederás. Padre, en tu mano encomendamos nuestro cuerpo, vida, honor, bienes, alma y espíritu. Todo lo que recibimos de ti, te lo consagramos. Tú das y tú recibes, sea alabado tu nombre. Amén, así sea.


    Traducción de Coretta Thomson realizada desde la siguiente versión en inglés: Balthasar Hubmaier: Theologian of Anabaptism, trans. y ed. H. Wayne Pipkin y John Howard Yoder (Plough, 2019), 241-244.

    Contribuido por BalthasarHubmaier Balthasar Hubmaier

    Balthasar Hubmaier, un sacerdote y profesor universitario, fue uno de los teólogos más importantes del movimiento anabaptista.

    Aprender más
    0 Comentarios