El Adviento es un tiempo cuando compartimos el deseo de todos aquellos que —en medio de sus luchas y sufrimiento— anhelan la redención y la liberación, la unidad, la paz y una edad de oro: una manifestación del amor y la unidad de Dios, una irrupción de su justicia entre las naciones.

Hoy estamos convencidos de que todavía hay Uno que traerá paz y justicia social para todos. Lo esperamos y así anhelamos con un espíritu humilde que se reconozca su soberanía en cada país. Cuando eso ocurra, él convertirá armas ensangrentadas en herramientas para el trabajo, y nos volveremos hermanos y hermanas de verdad. Sobre esto queremos reflexionar cuando nos acercamos a la fiesta del nacimiento de Jesús.

Así como pasó con los profetas de antaño, nosotros necesitamos sentir el peso de la injusticia horrible que existe dentro de la sociedad de hoy. Esta injusticia debería conmover nuestros corazones; nos debería perturbar la falta de paz en un mundo armado hasta los dientes. La desunión existe no solo entre las naciones, sino también en medio de cada nación. Hay demasiados gobiernos injustos. Y cuando las fábricas y la tecnología moderna reemplazan toda nuestra labor honesta, nace un mal grave: los obreros son como cadáveres vivos que no tienen ninguna influencia en el desarrollo de la economía, aunque sus manos hacen todos los bienes disfrutados, distribuidos y vendidos.

Continúan estallando discordias entre clases, razas y grupos étnicos, y en las ciudades grandes y los centros industriales la violencia inunda las calles: es una guerra civil de verdad, una guerra entre hermanos. Es tan inmensa la falta de amor hoy en día que por un lado, algunos tienen casas bonitas e ingresos seguros, mientras que otros padres no tienen más opción que abandonar a sus hijos en la oficina de asistencia social. Algunos viven muy bien mientras millones están en camino a la pobreza perpetua. Recordémonos lo que dijo Jesús sobre los últimos tiempos: Por causa de un aumento del mal, se enfriará el amor en la mayoría de las personas, y entonces vendrá el final.

El Adviento es un momento cuando esperamos la intervención de Dios en la necesidad de hoy, tal como él intervino por el nacimiento de Jesús. Oramos para que el poder más alto rescate esta humanidad infeliz y dividida que conoce tan poca de comunidad. Ahora es el momento para pedirle a Dios un cambio radical de todas las cosas, aunque esto implique que nosotros seamos juzgados.


Adaptado y traducido de “The Eve of Advent” por Eberhard Arnold en When the Time was Fulfilled.