Del Evangelio de la navidad sabemos cómo María, con una fe sencilla, recibió la Palabra, y de esta manera ocurrió la encarnación del espíritu eterno. También en los tiempos de los primeros cristianos oímos de esta fe. Que entendamos este misterio con la fe del corazón, porque la mera mente nunca puede penetrar estas cosas. No es cuestión de estar de acuerdo o no. Tenemos que detenernos ante el secreto de Dios con maravilla reverente y experimentar en nuestras propias vidas el milagro de la encarnación.

Que Maria, la madre de Jesús, nos enseñe a ser más sencillos y confiados. Porque Maria es símbolo de la iglesia, la madre celestial que da vida. Necesitamos recibir esta virgen celestial en nuestros corazones una y otra vez – el espíritu maternal y femenino de la comunidad-iglesia, el Jerusalén celestial, el poder de la iglesia que vive en este momento. No es que simplemente nos convirtamos en la iglesia celestial sino que la recibamos en su perfección. Por más que recibimos el poder de la novia de Cristo, la cual da vida, más irradiamos en nuestras vidas – sin importar cuán débiles seamos – la unidad maravillosa que se originó con el nacimiento de Jesús.

El Espíritu Santo selló a Maria tan pronto como ella creyó. Así la Palabra tomó naturaleza humana por medio de ella. Por la fe sencilla de Maria ella recibió el espíritu y así concibió a Cristo, y él nació de ella. Quienes quieren nacer de nuevo deben, así como Maria, oír primero la Palabra y entonces creerla. Y después, en la humildad de Jesús y de Maria, debemos aprender a ocupar el lugar humano más modesto, con la libertad de alegría, soportando sufrimiento con amor y devoción.

Quien quiere nacer de Dios debería considerar cómo nació Cristo. Todo nacimiento de Dios pasa como fue el nacimiento de Cristo. Cuando se oye la Palabra y se la recibe, la fe es sellada con el Espíritu Santo. Este espíritu renueva a cada persona y nos aviva en la justicia de Dios. Nos volvemos nuevas criaturas, una nueva creación.


Adaptado y traducido de “The Motherly Spirit” por Eberhard Arnold en When the Time was Fulfilled.