En 2009, militantes de Boko Haram entraron a medianoche en la casa de Mónica Dna. Mónica los vio decapitar a su esposo y degollar a dos de sus tres hijos. Luego, se volvieron contra ella, le cortaron el brazo izquierdo cuando trató de levantarlo para protegerse, le cortaron la garganta y la dejaron por muerta.

Un vecino la encontró aún con vida y la llevó al hospital. Seis años después, tras numerosas operaciones para reconstruirle la garganta y el brazo, todavía necesita más cirugías. Sin embargo, me cuenta que lidiar con el trauma del ataque y la pérdida de su esposo y de sus hijos es más difícil que su recuperación física. Me dice que trata de sobrellevarlo, porque recibe la fortaleza de Jesús. También ha recibido mucho apoyo y consuelo de otras viudas y amigos desplazados que han encontrado su hogar en Jos, la ciudad en el centro de Nigeria donde la conocí.

Su historia es una de las miles que surgen de Nigeria, donde más de millón y medio de personas han sido desplazadas por la violencia en áreas sometidas a los ataques de Boko Haram, la organización islamista militante. Este grupo se formó originalmente en 2002 en Maiduguri, la capital del estado Borno, como un movimiento de oposición a las fuerzas de seguridad del gobierno y a la influencia occidental; Boko Haram a menudo se traduce como «se prohíbe la educación occidental». En marzo de 2015, Abubakar Shekau, el líder del grupo, declaró formalmente su lealtad al Estado Islámico, y desde entonces el nombre oficial de Boko Haram ha sido Wilāyat Gharb Ifrīqīyyah: «Provincia de África Occidental» del Estado Islámico. Hasta mediados de 2015, poco más de treinta y dos mil kilómetros cuadrados de territorio estaban bajo su control.

Hace una década, cuando comenzaron a aparecer los militantes, la gente aquí me dice que ellos primero ingresaban a los pueblos pretendiendo buscar una mezquita para orar. Poco después, comenzaban a dar dinero para que los musulmanes desarrollaran sus negocios; muchos recibieron el dinero sin comprender las intenciones de Boko Haram. Posteriormente atacaron algunas iglesias y cristianos individuales. Con el tiempo revelaron sus planes de derrocar al gobierno y establecer un Estado islámico. En 2009, emprendieron una campaña de asesinatos, atentados con bombas y secuestros dirigidos contra cristianos y musulmanes que se rehusaban a cooperar, situación que llevó al presidente de Nigeria en 2013 a declarar el estado de emergencia en los tres estados del noreste del país: Borno, Yobe y Ademawa, donde el grupo es más fuerte.

Boko Haram se formó originalmente en 2002 en Maiduguri, la capital del estado Borno, como un movimiento de oposición a las fuerzas de seguridad del gobierno y a la influencia occidental.

En abril de 2014, Boko Haram fue el foco de la atención mundial cuando secuestró a 276 niñas adolescentes de su escuela en el pueblo de Chibok, en Borno. De las muchachas secuestradas, 178 pertenecen a la Ekklesiyar Yan’uwa a Nigeria (EYN), la Iglesia de los Hermanos en Nigeria. La EYN fue fundada por misioneros estadounidenses en 1923, y desde entonces se ha convertido en la denominación cristiana más grande en el noreste de Nigeria.

Como una Iglesia de los Hermanos, la EYN pertenece a la familia anabautista de iglesias, que remontan sus raíces a la reforma radical del siglo xvi, y que también incluye a los menonitas, huteritas, amish, y al Bruderhof. Un principio fundamental del movimiento anabautista por casi cinco siglos ha sido el pacifismo cristiano: una convicción por la que las iglesias anabautistas han pagado un alto precio, perseguidas continuamente por rehusarse a realizar el servicio militar o tomar las armas en defensa propia durante tiempos de guerra o conflicto social.

La EYN, como una rama africana de esta tradición, ahora está experimentando la prueba de este compromiso con la no violencia como pocas iglesias anabautistas lo han experimentado durante siglos. Entre 2013 y 2014, las congregaciones de la EYN sufrieron mucho la violencia de Boko Haram. Hasta junio de 2015, más de diez mil miembros de la EYN han sido asesinados, y más de ciento setenta mil miembros, incluidos 2 092 pastores y evangelistas, han sido desplazados dentro de Nigeria o en los países vecinos. Boko Haram ha destruido 278 edificios de iglesias y 1 674 sitios de predicación. De los cincuenta distritos eclesiales de la denominación, solo siete están funcionando. En octubre de 2014, los militantes incluso destruyeron las oficinas nacionales en Mubi, Adamawa, por lo que la iglesia tuvo que establecer su sede provisional en la relativa seguridad de Jos, donde se han agrupado muchos de los miembros desplazados.

Otros cristianos en Nigeria han respondido a la violencia de Boko Haram empuñando las armas contra ellos, incluso algunas congregaciones han formado milicias. En contraste, los miembros de la EYN han permanecido en gran medida fieles a sus convicciones no violentas. Como atestiguan sus historias, su fidelidad a pesar de la persecución les ha permitido dar testimonio de la paz y el perdón del camino de Cristo, incluso hacia sus enemigos.