La doctora Alice von Hildebrand fue filósofa y teóloga católica. Fue esposa del filósofo alemán y activista antinazi Dietrich von Hildebrand. Enseñó filosofía en Hunter College durante treinta y siete años, hasta su jubilación en 1984, y es autora de varios libros. Nació en Bélgica y llegó a los Estados Unidos en 1940, donde murió en enero de 2022. Este artículo es un extracto traducido de una entrevista realizada en 2011.

Las mujeres verdaderas dominan el mundo, no en términos de poder, sino de influencia. Considera, por ejemplo, a Maria la madre de Jesús; ella no fue solamente la más cercana a Cristo, fue más que eso. Durante la boda de Caná, ella se dio cuenta de que no había suficiente vino, esto es muy típico de la mujer, porque el hombre bebe su vino, pero usualmente no ve si hay más para los otros. María vio que se había acabado el vino y su alma fue sensible a la situación. Jesús parece contenerla cuando le dice: "Todavía no ha llegado mi hora", pero ¿qué hace ella? Le dice a los sirvientes, "hagan lo que él les ordene" y los sirvientes hicieron exactamente lo que Jesús les mandó.

María no era impresionante, no en el pensar del mundo. Su gloria era interior. Así como Cristo fue el más hermoso de los hijos de los hombres (como dice en los Salmos), María fue la más hermosa de las mujeres. Su cuerpo femenino era una combinación de belleza física y espiritual. Hoy, sin embargo, hemos inventado un culto al cuerpo de belleza exterior. Recientemente recibí por correo un folleto de la farmacia local (catorce páginas de largo), ¡ocho cosméticos nuevos! Si usas este, te va a rejuvenecer, este otro es para tus ojos y nuevos colores para una cosa u otra. Todo este maquillaje cuesta una fortuna y tal vez mañana tú o yo estemos muertos.

Si prestáramos tanta atención a nuestras almas como hacemos a nuestros cuerpos, este mundo tan enfermo podría ser más sano. Pero la gente simplemente no tiene tiempo para lo que es importante. Imagínate cuánto tiempo gasta una mujer en maquillarse, hay mujeres que pasan hasta una hora cada día frente al espejo maquillándose. Bueno, yo no voy a decir todo lo que pienso sobre los cosméticos, pero te digo algo, no mejoran nada. Cuando Dios crea, él sabe lo que es mejor. Hoy las uñas con color están de moda. El culto al cuerpo es una locura. ¿Y qué hay del alma? ¿Qué hay de los cosméticos santos? Necesitamos dedicarle mucho más tiempo al embellecimiento de nuestras almas.

Fotografía de Manfredo Ferrari.

La mujer de hoy ha traicionado su verdadera misión. Ella quiere verse bien, pero también quiere ser jefe de Estado. Siempre me siento incómoda cuando las mujeres tratan de ser exactamente como los hombres, porque lo hacen tan mal. Hoy confundimos todo, por eso muchos hombres son afeminados y tantas mujeres tratan de ser como los hombres. No voy a comentar sobre los hombres, pero las mujeres lo hacen tan mal que se ven ridículas.

Hace muchos años, cuando estaba en Oxford, había una mujer fumando cigarro. Ella creía que por fumar podía demostrar a los hombres que era igual a ellos, que ella podía ser varonil. No estoy bromeando. Yo no sé tú qué opinas, pero un cigarro ciertamente no mejora la apariencia, ¡créeme! Tampoco pienso que pueda lograr cualquier otra cosa. En la actualidad es lo mismo: tantas mujeres tratando de avanzar en el mundo, pero sin llegar a ningún lado y viviendo sus vidas cada vez más vacías.

Ahora déjame contarte sobre una mujer que sabía cómo vivir. Yo conocí a la Madre Teresa, la vi dos veces. Ella estaba en Estados Unidos cuando yo iba a dar un discurso; ella era una de las oradoras principales y yo una de las pequeñas al final. En ese tiempo, mi sobrina Chantal estaba moribunda en Bélgica, tenía una alergia (sin diagnosticar) al gluten y yo le pedí a la Madre Teresa que orara por ella. Chantal pesaba 125 libras, pero perdía cinco libras cada semana porque su comida la dañaba, el final de la historia es que murió pesando solamente cuarenta y cinco libras.

Cuando una mujer trabaja para Dios, ella es la fuerza más poderosa del mundo.

La siguiente vez que contacté con la Madre Teresa fue casi cuatro meses antes de su muerte. Ella estaba en los Estados Unidos otra vez y cuando llegó de inmediato me llamó por teléfono, quería saber cómo estaba mi sobrina. No hay que olvidar que esta mujer conocía a miles de personas y ella me había conocido por casualidad en una conferencia. No obstante, meses después me llamó para preguntar cómo estaba mi sobrina. Esto es amor cristiano y es algo típico de la santidad.

Esto también te da una idea de quién fue la Madre Teresa. Ella era muy chiquita, no tenía personalidad impresionante, ni era oradora estupenda, pero no le temía a nada. Habló delante de Bill y Hilary Clinton sobre el horror del aborto y la gente le aplaudió, y los Clinton no pudieron hacer nada más que permanecer en sus asientos. No le temía a nada. Ella no le temía a nada simplemente porque quería obedecer a Dios.

Una vez viajó a Roma acompañada por un padre quien fue su chofer. Para entrar al Vaticano se requiere un permiso especial. Así pues, este padre la llevó al Vaticano y estando a punto de dejarla salir del coche, Teresa le pidió que la acompañara. El protestó, por supuesto, porque no tenía permiso, pero ella le dijo que no se preocupara y que se quedara junto a ella. Así que, ella llegó al primer guardia, quien lógicamente pidió ver el permiso de él y ella le dijo que él no tenía permiso, pero que ella le había pedido que la acompañara. El guardia no tuvo nada que decir y continuaron. Caminando por el corredor se encontraron a otro guardia y pasó lo mismo. ¡Al final el chofer llegó hasta el Papa!

Cuando una mujer trabaja para Dios, no se le puede vencer. ¡Lo digo en serio! Cuando verdaderamente está trabajando para Dios, ella es la fuerza más poderosa del mundo. Puede no tener autoridad, pero tiene algo infinitamente más importante: influencia. La autoridad ordena acciones, la influencia cambia seres. ¡Esta es la misión de la mujer! No la traicionemos.


Este artículo se publicó por primera vez en 2012. Traducción de Coretta Thomson.