A lo largo de toda la historia nadie conoce un amor, diríamos, tan loco, tan exagerado: de darse hasta quedar crucificado en una cruz. No hay amigo que haya dado su vida por el amigo con tanto derroche de dolor y de amor como Cristo nuestro Señor.
El niño, Jacobo, dirigió a su padre bajando la ladera pedregosa que se extendía desde Jericó en la valle, hasta Jerusalén sobre la montaña. Su padre, Ezra, quedó ciego al nacer... Leer más
'¡Qué bonita es la azucena!' dijo el joven. 'Su belleza aún vive en tu corazón y nunca podrá morir.' Leer más