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Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa soy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el evangelio. Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo. 1 Timoteo 1:8-9

Señor nuestro Dios, resplandeciente, dador de luz y todopoderoso Dios en todas las edades, permanece con nosotros también en nuestro tiempo. Fortalece la gracia que hemos recibido de Cristo Jesús, y permite que sea conocido en todo el mundo, para que tu nombre sea honrado en todo lugar. Te pedimos que nos bendigas, y permite que tu bendición se extienda de nosotros hacia los demás, para la gloria de tu nombre. Haz que el bien se fortalezca en nosotros, el bien que nos has dejado escuchar por tantos años. Que todo lo que pertenece a tu Palabra cobre vida en nosotros y en el mundo. Que tu bendición sea sobre nuestras acciones, pues queremos permanecer bajo tu bendición, para la gloria de tu justicia y verdad. Amén.