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Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. 1 Juan 3:2

Señor nuestro Dios poderoso, considéranos en nuestra pobreza, porque nos llamas tus hijos y nos das de tu Espíritu. De tu plenitud, constantemente necesitamos recibir fortaleza para la lucha de la vida a la que estamos destinados. Concede que llegue luz, donde todavía reinan las tinieblas, especialmente donde está tan tenebroso que no sabemos adónde dirigirnos. Escucha nuestra oración por todas las personas, y permite que solo tu justicia y tu verdad tengan la victoria. Que todos reciban lo que les has prometido, y permíteles entender que sin importar lo que pase, seguirán siendo tus hijos. Amén.