
Es la paz en la que ya no hay dominación de unos sobre otros, donde se reparan las injusticias, donde la violencia es vestigio del pasado, donde las espadas han desaparecido y abundan las hoces. Es la paz en la que todos se tratan como hermanos y hermanas, con respeto y dignidad, donde cada vida es sagrada y hay un futuro para los niños. Ese es el mundo al que Dios nos llama a todos para que ayudemos a convertirlo en realidad. En nuestro país esto puede significar ir a la cárcel, perder la buena reputación, el empleo o ingreso, incluso ser repudiado por la propia familia y los amigos. Sin embargo, dentro de un estado criminal que diariamente se prepara para un holocausto nuclear, significa libertad, un sentido de identidad y vocación, y una nueva comunidad de amigos y familiares. De hecho, significa una resurrección.
Fuente: En busca de paz