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La evangelización y la responsabilidad social son inseparables. El evangelio es buenas nuevas acerca del Reino de Dios. Las buenas obras, por otra parte, son las señales del Reino para las cuales fuimos creados en Cristo Jesús. La palabra y la acción están indisolublemente unidos en la misión de Jesús y sus apóstoles, y debemos mantenerlos unidos en la misión de la iglesia, en la cual se prolonga la misión de Jesús hasta el fin del tiempo. El Reino de Dios no es meramente el gobierno de Dios sobre el mundo por medio de la creación y la providencia; si ese fuese el caso, no podríamos afirmar que fue inaugurado por Jesucristo. El Reino de Dios es, más bien, una expresión del gobierno final de Dios en toda la creación, el mismo que, en anticipación del fin, se ha hecho presente en la persona y obra de Jesucristo. Tanto la proclamación del Reino como las señales visibles de su presencia por medio de la iglesia se realizan por el poder del Espíritu —el agente de la escatología en proceso de realización— y apuntan a su realidad presente y futura.


Fuente: Misión integral: Ensayos sobre el Reino y la iglesia