two black pebbles

Son los niños quienes nos guían hacia la verdad. Nosotros no somos dignos de educar ni a uno solo de ellos. Nuestros labios están manchados; nuestra dedicación no es total. Nuestra honradez es fragmentaria; nuestro amor, parcial. Nuestra bondad está plagada de segundas intenciones. Aún no nos hemos librado del desamor, de nuestros impulsos posesivos y egoístas. Sólo los sabios y los santos—sólo quienes son como los niños en presencia de Dios—son capaces de vivir y trabajar con los niños.