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No tener hijos no es una patología que necesite un remedio, sino una revelación de la verdad más profunda acerca de la vida humana: el hecho de que proviene de Dios. En el deseo insatisfecho de tener hijos, las parejas se enfrentan al núcleo fundamental de la existencia humana, la entrega absoluta de nuestra vida más allá de la cual no podemos ir y por la cual debemos estar simplemente agradecidos, el hecho de que vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser solo en tanto don de Dios. Esa es la cruz y el llamamiento de las parejas sin hijos. 


Fuente: “¿Hay derecho a tener hijos?