La libertad religiosa es una consecuencia del acto mismo de Dios al crear al hombre, dotándolo de ese órgano interno de percepción moral y espiritual, por medio del cual se establece la comunicación entre lo divino y lo humano. Es decir, que para las relaciones entre Dios y el hombre es indispensable que esa vía de comunicación se mantenga libre de toda coacción externa, ya sea por ordenamientos legales o por presión social o económica.


Fuente: Para que el mundo crea