Lo más grave e impactante del asunto es que los seres humanos están infectados de un virus que se llama el materialismo. Es como la lepra; no duele y cuando menos acuerdas ya no tienes cura. La única solución, desgraciadamente, es el llamado de Dios con desastres. Es desilusionante que todos los grupos cristianos hablan de que ya son salvos porque confesamos a Cristo. Pero, cuando uno necesita de un vaso con agua, todos se esconden y no te lo dan. He ido a tres iglesias cristianas y ninguna me preguntó ¿cómo te siente? o ¿necesitas provisiones? Al menos necesitas un trabajo, no cada cual en suyo sintiéndose salvo y lo demás no les importa. ¿Cómo pueden hacer eso si realmente Dios les hablara? Lo primero que diría sería «ayuda a tu hermano que tienes junto a ti, acompáñalo y cumple mi mandato. Ámalo, ámense unos a otros.» Un mandato de nuestro Señor Jesús no es que si queremos o no. Debemos de ser obedientes.


Fuente: Trinitario Mariano Lagrimas de Maria