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Donde no hay obediencia concreta no hay arrepentimiento. Y sin arrepentimiento no hay salvación. La salvación es el retorno del hombre a Dios, pero es a la vez también el retorno del hombre a su prójimo. Ante la presencia de Jesucristo el publicano Zaqueo renuncia al materialismo que lo esclaviza y se compromete con su prójimo, y a esa renuncia y ese compromiso Jesucristo los denomina “salvación”. La respuesta de Zaqueo al llamado del evangelio no puede darse en términos más concretos ni más "mundanos": es una experiencia no meramente subjetiva, sino moral; una experiencia que lo saca de sí mismo y lo vuelca hacia su prójimo.


Fuente: Misión integral: Ensayos sobre el Reino y la iglesia