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En la confesión de pecados concretos, el viejo hombre muere una dolorosa y humillante muerte ante los ojos del hermano. Porque esta humillación es tan dura, tratamos continuamente de esquivarla. Sin embargo, es en este profundo dolor de alma y cuerpo que nos causa la humillación en presencia del hermano que experimentamos la cruz de Cristo como nuestro rescate y salvación. El viejo hombre muere, pero es Dios quien lo ha conquistado. Ahora compartimos la resurrección de Jesucristo y la vida eterna.


Fuente: ¿Quién necesita la confesión?