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    Laughing mexican children with a background of orange marigolds

    El dilema de la migración y los hijos

    por Stan Ehrlich

    lunes, 08 de mayo de 2017
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    El próximo de una serie de artículos formados por extractos de cartas escritas por Stan Ehrlich a hombres y mujeres encarcelados. Aquí Stan responde desde el corazón a una madre que ha tomado la decisión desgarradora de dejar a sus hijos y emigrar al norte.

    Lamento yo desde luego la situación en que se encuentra. En caso de ser deportada, entiendo que se puede llevar a sus hijos, pero dice que le cuesta la idea de que los privará de la oportunidad de vivir en este país. Si me permite darle mi opinión personal al respecto, creo que no tiene por qué preocuparse. Creo que con el pasar del tiempo se van a multiplicar los problemas de nuestra sociedad en todas partes, van a ser iguales en todas partes, y lo principal es que sus hijos estén con su madre.

    Comprendo su deseo de propagar la palabra de Dios. Pero esto no depende del lugar en el cual está uno. No importa que sea en los EEUU o en la Republica Dominicana. Y además, la mejor forma de propagar la palabra de Dios es vivirla. A veces me parece que lo que es conocer la palabra de Dios, la conocemos todos. Lo que nos hace falta es vivirla, ponerla en práctica. Si usted ha sido bendecida con tres hijitos, y si usted consigue que se críen en el respeto y en el amor de Dios, y que no se pierdan en el mundo de la calle, habrá hecho más para la venida de Su Reino que lo que muchos de nosotros. Pues, ¿no rezamos todos los días «Que venga tu Reino »?


    Usted menciona que a los hijos les «gusta» este país. Según la forma en la cual yo veo y miro las condiciones en las cuales vive la mayoría de la gente en los EEUU (¡y en otros países igualmente!), lo que a unos niños les «gusta» es muy, muy superficial en el mejor de los casos, y muy dañino en el peor. Los niños son naturalmente atraídos por distracciones superficiales, pero hábilmente manejadas para sacarles dinero. A no ser que se refieran tal vez a mejores condiciones de estudio o mejores condiciones de conseguir trabajo, (¡por eso mi pregunta por su edad!), no creo que hay diferencia importante entre las condiciones de un país u otro.

    En todas partes se han arruinado las condiciones morales y espirituales en medio de las cuales viven nuestros niños y nuestros adolescentes. Tal vez habrá que sacarles la ilusión de que el ambiente aquí es mejor que cualquier ambiente en otros lados. Las condiciones culturales serán distintas, y esto no es sin importancia, pero el ambiente espiritual hoy día es el mismo en todos lados.

    Usted habla de enseñar la palabra de Dios. Es un propósito encomendable, pero ¿ha usted pensado alguna vez que usted tiene tres niños a quienes tal vez no tanto enseñar la palabra de Dios, cómo enseñarles a vivir según esa palabra? Esta sería una tarea grande, difícil e importante. Pero podría determinar el rumbo que tomen tres vidas. Y le daría a usted la más valiosa e imperiosa tarea para su vida, al mismo tiempo que un propósito y razón de ser para su vida.

    Me permito decirle esto, porque es verdad para cada uno de nosotros, y se aplica en la misma forma a mí mismo como padre, aunque ya tengamos mis hijos y yo una edad en la cual la responsabilidad educadora del padre queda reducida a casi nada. Si usted consigue educar a sus hijos para que vivan de acuerdo a la voluntad de Dios, es decir obedeciéndola, en lugar de vivir según su voluntad propia, habrá logrado la mejor obra de «misión» que pueda darse. Y no es fácil. Pero ¡fíjese en qué forma vive un pobre joven a quien se le ha dado la oportunidad de seguir sus propias preferencias según sus propios juicios! Se desarrolla «en la calle».


    Sigo pensando en usted y deseándole fe y fuerza. También sigo pensando en sus tres hijos y deseándoles que sigan protegidos. Volví a leer aquella carta suya en la cual me habla de ellos y de sus razones por las cuales se quiere quedar en el país. Entiendo. Tanto más le aconsejo que procure quedar en contacto con su parroquia o congregación o lo que fuera su particular comunidad religiosa, o pastor responsable, y trate de interesarlos en sus hijos. Me doy cuenta que no cuesta gran esfuerzo dar esta clase de consejos, pero yo mismo no puedo hacer más, y pienso que estoy hablando de gente que ya la conoce a usted y sabrá apreciar su situación.


    Imagen: Carlos Adampol Galindo, México D.F. Fuente: Wikimedia Commons.

    Laughing mexican children with a background of orange marigolds
    Contribuido por StanEhrlich Stan Ehrlich

    Stan Ehrlich, un judío alemán-belga y sobreviviente del Holocausto, se convirtió a la fe cristiana a la edad de 34. Luego compartió sus pensamientos con un amplio círculo de amigos y parientes con quienes mantenía una correspondencia extensa.

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