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Apuñalado por una mujer inestable en frente de 2500 jóvenes durante la oración vespertina en su comunidad al sur de Borgoña, Francia, el hermano Roger Schutz, el fundador de Taizé de 90 años, murió el martes, 16 de agosto, 2005.
Después de su muerte repentina, él recibió un torrente de elogios de muchos líderes del mundo. El entonces canciller alemán, Gerhard Schröder, lo llamó apóstol de la reconciliación entre las iglesias y los pueblos. «El hermano Roger fue una de las grandes personalidades religiosas de nuestro tiempo,» dijo Schröder, mientras el entonces Presidente francés Jacques Chirac dijo que «fue uno de los servidores más notables de los valores del respeto y tolerancia.» Pero aunque le otorgaron un Premio Templeton y un premio de UNESCO por la educación pacífica que realizó y que escribió muchos libros, el hermano Roger nunca llamó atención a sí mismo.
El hermano Roger y su comunidad cristiana ecuménica que hoy cuenta con más de 100 hermanos católicos y protestantes provenientes de treinta países, han dedicado sus vidas a trabajar por la paz, reconciliación, y unidad cristiana desde 1940. Durante la segunda Guerra Mundial, protegieron a perseguidos, sobre todo a judíos, y después a prisioneros de guerra alemanes, que son sólo algunas maneras que usaron para activamente expresar su amor a los de abajo.
Hasta 100,000 peregrinos jóvenes visitan Taizé cada año a unirse a los hermanos en sus simples oraciones, canciones, y servicios de meditación – servicios que han transformado la manera en que miles ahora ven los cultos de adoración.
La carta siguiente fue escrita por el hermano Roger el diciembre de 2004 y fue traducida a más de 55 idiomas. La han utilizado para reflexionar durante el año 2005 en Taizé y alrededor del mundo.
«Dios prepara para vosotros un porvenir de paz y no de desgracia; Dios os quiere dar un futuro y una esperanza.»footnote
Multitudes aspiran hoy a un porvenir de paz, a una humanidad liberada de las amenazas de la violencia.
Si algunos están sobrecogidos por la inquietud ante el futuro y se encuentran inmovilizados, hay también, a través del mundo, jóvenes creativos, llenos de inventiva.
Estos jóvenes no se dejan llevar por una espiral de melancolía. Saben que Dios no nos ha hecho para estar pasivos. Para ellos, la vida no está sometida a los azares de la fatalidad. Son conscientes: lo que puede paralizar al ser humano es el escepticismo o el desánimo.
Estos jóvenes buscan también, con toda su alma, preparar un porvenir de paz, y no de desgracia. Aunque ni se lo imaginen, consiguen hacer de su vida una luz que ilumina ya a su alrededor.
Son portadores de paz y de confianza allá donde se dan el estremecimiento y las hostilidades. Perseveran incluso cuando la prueba o el fracaso pesa sobre sus espaldas.footnote
En Taizé, algunas noches de verano, bajo un cielo cargado de estrellas, escuchamos a los jóvenes a través de nuestras ventanas abiertas. Quedamos asombrados de que sean tan numerosos. Buscan, oran. Y nos decimos: sus aspiraciones a la paz y a la confianza son como estas estrellas, pequeñas luces en la noche.
Nos encontramos en un período en el que muchos se preguntan: ¿pero qué es la fe? La fe es una confianza muy sencilla en Dios, un impulso de confianza indispensable, retomada sin cesar en el transcurso de la vida.
En cada uno, puede haber dudas. No tienen nada de inquietante. Quisiéramos, sobre todo, escuchar el susurro de Cristo en nuestros corazones: «¿Tienes dudas? No te inquietes, el Espíritu Santo permanece siempre en ti. »footnote
Hay quien ha hecho este descubrimiento sorprendente: el amor de Dios puede florecer también en un corazón tocado por las dudas.footnote
En el Evangelio, una de las primeras palabras de Cristo es esta: «¡Dichosos los corazones sencillos! »footnote Sí, dichosos los que avanzan hacia la sencillez, la del corazón y la de la vida.

Un corazón sencillo busca vivir el momento presente, acoger cada día como un hoy de Dios.
El espíritu de sencillez, ¿no se transparenta tanto en la alegría serena como en el buen ánimo?
Un corazón sencillo no tiene la pretensión de comprender por sí mismo el todo de la fe. Se dice: es poco lo que yo comprendo, otros lo entenderán mejor y me ayudarán a proseguir el camino.footnote
Simplificar la vida permite compartir con los más desprovistos, para calmar las penas, allí donde existe la enfermedad, la pobreza, el hambre …footnote
Nuestra oración personal es también sencilla. ¿Pensamos que para orar, hay necesidad de muchas palabras?footnote No. Sucede que algunas palabras, a veces torpes, bastan para entregar todo a Dios, tanto nuestros miedos como nuestras esperanzas.
Al abandonarnos al Espíritu Santo, encontraremos el camino que va de la inquietud a la confianza.footnote Y le decimos:
« Espíritu Santo, concédenos
volvernos hacia ti en cada momento.
Aunque a menudo olvidemos que tú nos habitas,
que tú oras en nosotros, que tú amas en nosotros.
Tu presencia en nosotros es confianza
y continuo perdón. »
Sí, el Espíritu Santo alumbra en nosotros un destello. Por muy pálido que sea, éste despierta el deseo de Dios en nuestros corazones. Y el simple deseo de Dios es ya oración.
La oración no nos aleja de las preocupaciones del mundo. Al contrario, nada es más responsable que orar: cuanto más se vive una oración sencilla y humilde, más se es conducido a amar y a expresarlo con la vida.
¿Dónde encontrar la sencillez indispensable para vivir el Evangelio? Una palabra de Cristo nos lo aclara. Un día él dijo a sus discípulos: « Dejad que los niños vengan a mí, las realidades de Dios se asemejan a quienes son como ellos.»footnote
¿Quién dirá con acierto lo que algunos niños pueden transmitir por su confianza?footnote
Nosotros quisiéramos pedir a Dios: « Dios que nos amas, haz de nosotros seres humildes, danos una gran sencillez en nuestra oración, en las relaciones humanas, en la acogida…»
Jesucristo ha venido a la tierra no para condenar a nadie, sino para abrir a los humanos caminos de comunión.
Después de dos mil años, Cristo permanece presente por el Espíritu Santo,footnote y su misteriosa presencia se hace concreta en una comunión visiblefootnote: ella reúne a mujeres, hombres, jóvenes, llamados a avanzar juntos sin separarse los unos de los otros.footnote
Pero he aquí que, a lo largo de su historia, los cristianos han conocido múltiples sacudidas: surgieron separaciones entre aquellos que se referían, sin embargo, al mismo Dios de amor.
Hoy en día resulta urgente restablecer una comunión, no se puede dejar continuamente para más tarde, hasta el final de los tiempos.footnote ¿Haremos todo lo posible para que los cristianos despierten al espíritu de comunión?footnote
Existen cristianos que, sin tardar, viven ya en comunión los unos con los otros allí donde se encuentran, con toda humildad, con toda sencillez.footnote
A través de su propia vida, quisieran hacer a Cristo presente para muchos otros. Saben que la Iglesia no existe para sí misma sino para el mundo, para depositar en él un fermento de paz.
«Comunión» es uno de los más hermosos nombres de la Iglesia: en ella, no puede haber severidades recíprocas, sino solamente limpidez, la bondad del corazón, la compasión… y llegan a abrirse las puertas de la santidad.
En el Evangelio, se nos ofrece descubrir esta realidad asombrosa: Dios no crea ni el miedo ni la inquietud, Dios no puede sino darnos su amor.
Por la presencia de su Espíritu Santo, Dios viene a transfigurar nuestros corazones.
Y en una oración muy sencilla, podemos presentir que nunca estamos solos: el Espíritu Santo sostiene en nosotros una comunión con Dios, no por un instante, sino hasta la vida que no termina.
Texto de la carta e imágen © Ateliers et Presses de Taizé

Notas
- Estas palabras fueron escritas seiscientos años antes de Cristo: ver Jeremías 29:11 y 31:17.
- En este año en el que diez nuevos países se han unido a la Unión europea, muchos jóvenes europeos son conscientes de vivir en un continente que, después de haber sido durante largo tiempo puesto a prueba por las divisiones y los conflictos, busca su unidad y avanza sobre el camino de la paz. Ciertamente, quedan tensiones, injusticias, a veces violencia, que suscitan dudas. Pero se trata de no detenerse en la ruta: la búsqueda de la paz está en las fuentes mismas de la construcción de Europa. No obstante, no interesaría si tuviera como único objetivo crear un continente más fuerte, más rico, y si Europa cediera a la tentación de replegarse hacia el interior de sus fronteras. Europa llega a ser plenamente ella misma cuando se abre a los otros continentes, solidaria con las naciones pobres. Su construcción encuentra su sentido cuando es considerada como una etapa al servicio de la paz de toda la familia humana. He aquí por qué, si nuestro encuentro de fin de año se llama « encuentro europeo », nos gustaría aún más verlo como una « peregrinación de confianza a través de la tierra ».
- Ver Juan 14:16-18 y 27. Dios existe independientemente de nuestra fe o de nuestras dudas. Cuando se da en nosotros la duda, Dios no se aleja de nosotros.
- Dostoievski escribió un día en su Cuaderno de notas: « Soy un hijo de la duda y de la increencia. ¡Qué terrible sufrimiento me ha costado y me cuesta esta sed de creer, que es sin embargo, más fuerte en mi alma, por más que haya en mí argumentos contrarios… Es a través del crisol de la duda, que ha pasado mi “hosanna”. » Y con todo, Dostoevski podía continuar: « No hay nada más bello, más profundo, más perfecto que Cristo; no solamente no lo hay, es que no puede haberlo.» Cuando este hombre de Dios deja presentir que en él coexiste el no-creyente con el creyente, su amor apasionado por Cristo no mengua.
- Mateo 5: 3.
- Incluso si nuestra confianza permanece frágil, no nos apoyamos solamente sobre nuestra propia fe, sino sobre la confianza de todos los que nos han precedido y de los que nos rodean.
- El Programa alimentario mundial de la ONU ha publicado recientemente un mapa del hambre en el mundo. A pesar del progreso realizado en los últimos años, 840 millones de personas sufren hambre, 180 millones son niños de menos de cinco años.
- Ver Mateo 6:7-8.
- Este camino de abandono en Dios puede sostenerse con cantos simples, retomados una y otra vez, como éste: «Mi alma reposa en paz sólo en Dios.» Cuando trabajamos o descansamos, estos cantos continúan dentro del corazón.
- Mateo 19:14.
- Un niño de nueve años, que durante una semana venía a rezar con nosotros, me dijo un día: «Mi padre nos ha dejado. Ya no le veo más, pero aún le quiero y por la noche rezo por él.»
- Ver 1 Pedro 3:18; Romanos 1:4 y 1 Timoteo 3:16.
- Esta comunión lleva el nombre de Iglesia. En el corazón de Dios, la Iglesia es una, no puede ser dividida.
- Cuanto más nos aproximamos al Evangelio, más nos aproximamos los unos a los otros. Y se alejan las separaciones que desgarran.
- Cristo llama a reconciliarse sin tardanza. No podemos olvidar esta palabra en el Evangelio de San Mateo: «Cuando presentes tu ofrenda en el altar, si te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, ve primero a reconciliarte» (5:23). « Ve primero » no: «Déjalo para más tarde».
- En Damasco, en el Oriente Medio, tan sometido a pruebas, reside el patriarca greco-ortodoxo de Antioquía, Ignacio IV. Se expresa con palabras sobrecogedoras: « El movimiento ecuménico está en regresión. ¿Qué queda del acontecimiento profético que desde los inicios han encarnado personalidades como el Papa Juan XXIII y el patriarca Atenágoras, entre otros? Nuestras divisiones hacen a Cristo irreconocible, son contrarias a su voluntad de hacernos ver como uno, “a fin de que el mundo crea”. Necesitamos urgentemente iniciativas proféticas para sacar al ecumenismo de los meandros en los cuales me temo que se está empantanando. Tenemos necesidad urgente de profetas y de santos que ayuden a nuestras Iglesias a convertirse por el perdón recíproco. »
- Durante su visita a Taizé el 5 de octubre de 1986, el Papa Juan Pablo II sugirió un camino de comunión al decir a nuestra comunidad: «Al desear ser vosotros mismos una “parábola de comunidad”, ayudáis a todos los que os encuentran a ser fieles a su pertenencia eclesial, que es el fruto de su educación y de su elección de conciencia, pero también a entrar siempre más profundamente en el misterio de comunión que es la Iglesia en el plan de Dios.»