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Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:9-10

Señor nuestro Dios, nos regocijamos de poder llamarnos tus hijos. En nuestra debilidad te pedimos refugio en tus manos. Fortalécenos en la fe y esperanza de que con seguridad nuestras vidas vayan por el camino recto, no por nuestro propio esfuerzo, sino por medio de tu protección. Concede que a través de tu Espíritu, lleguemos a percibir más y más que estás con nosotros. Ayúdanos a estar alertas en nuestra vida cotidiana y escuchar cuando tú nos quieres decir algo. Revela el poder y la gloria de tu reino en muchas personas, para la gloria de tu nombre, y apresura la llegada de todo lo bueno y verdadero en la tierra. Amén.