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Debemos ser fieles hasta el final. Para un cristiano la etapa más peligrosa es la mitad de la vida. Al comienzo, cuando nuestra fe es nueva, Dios parece estar especialmente cerca de nosotros. Después de varios años, sin embargo, la tibieza se impone. Si somos consagrados, Dios nos sostendrá durante nuestros años intermedios, aunque todavía debemos estar vigilantes. Pero no tengamos miedo. Si somos fieles a Dios, nada podrá separarnos de su paz.


Fuente: Discipulado