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Joven, no olvides la oración…Acuérdate, además, de repetir todos los días y tantas veces como puedas estas palabras: «Señor, ten piedad de todos los que comparecen ante Ti». Pues, hora tras hora, termina la existencia terrestre de algunos de los seres humanos de más alta valía espiritual y sus almas llegan ante Dios. ¡Cuántos de ellos han dejado este mundo en la soledad más completa, ignorados por todos, tristes y amargados de la indiferencia general! Y tal vez, aunque no conozcas al que muere, porque vive en el otro extremo del mundo, el Señor oiga tu plegaria. El alma temerosa que llega a la presencia de Dios se conmoverá al saber que hay sobre la tierra alguien que le ama e intercede por ella. Y Dios os mirará a los dos con más misericordia, pues si tú te compadeces del alma de otro, él se compadecerá mucho más, pues su caudal de piedad y amor es inagotable. Así, él perdonará por ti.


Fuente: Los hermanos Karamazov