El evangelio no procede de los hombres, sino de Dios. Su irrupción en el mundo necesariamente produce conflicto porque cuestiona el carácter absoluto de "las cosas deseables" de la vieja era. Su sola presencia significa crisis puesto que exige a los hombres a discernir entre Dios y los falsos dioses, entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y el error. El evangelio une, pero también separa. Y de esa separación creada por el evangelio surge la iglesia como una comunidad llamada a no ser del mundo, pero estar en el mundo.


Fuente: Misión integral: Ensayos sobre el Reino y la iglesia