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Cuando se desmorona nuestro sentido habitual de la independencia y de la omnipotencia, tenemos que permitir que sean otros los que soporten nuestras cargas y se hagan cargo de nuestras responsabilidades. En ocasiones, tenemos que depender incluso de la generosidad y el compromiso de los demás para mantener nuestra fe en Dios… En la narración evangélica del hombre paralizado, no oímos decir nada sobre su fe. Ni siquiera sabemos cuál es la naturaleza exacta de su enfermedad, aparte del hecho de que tuvo que depender de los esfuerzos de otros para ver a Jesús. Pero sí oímos hablar de la gran fe sus amigos como el catalizador de su curación.


Fuente: No tengas miedo