catkins

Señor, apártame de los débiles tesoros!
—Dame los fuertes, ¡tuyos!, ¡tus tesoros!,
los que no se abren con llave de oro….
No estos ¡tan pobres!
que como sombras en nuestras manos tiemblan,
y ofrecen una forma tan efímera
como el lloro y el gozo de los días….
No los que miro, vanos, me concedas;
no los que envuelven en deleite vano;
sino los que no miro todavía!
que resplandecen con belleza eterna
en tu amor solitario y soberano
de inextinguible Esfera!;
¡los de tu dulce Océano lejano!


Fuente: “Ruego”